jueves, 15 de octubre de 2020

La apuesta

Tres apostadores llegan a un tugurio, fueron invitados a una competencia. El premio sería saber quién era el mejor aparte de ganar una gran suma de dinero. Había sentados junto a la mesa siete hombres y sobre de ella siete monedas de oro, al llegar estos tres hombres habría diez monedas en total. Todos se sentían ganadores, se miraban con recelo y hablaron muy poco al momento de sentarse. El cantinero tomó la palabra: "señores, solo existe una regla en el siguiente juego, si se equivocan el castigo será la muerte" Todos se miraron mutuamente, no podían salirse del juego, pues implicaba fallar y por consiguiente morir. -¡Nadie puede apostar más de tres monedas y mínimo una moneda de oro por Partida, quien gane la jugada se lleva todo y elige quien morirá- Los presentes se quedaron absortos de esa regla, entendieron que tres hombres iban a morir y siete vivirían, además uno de ellos sería el ganador de todo. El cantinero siguió hablando: "Haré la primera pregunta, el que la sepa levante la mano, si contesta bien dirá el nombre del que perderá la vida" "si falla no volverá a participar, pero podrá ser elegido para morir" Todos aceptaron e inició el juego. ¿Quién vive más allá de la muerte? ¿El hombre de Fe ? o ¿El hombre que da la vida por otros? El silencio se hizo presente, los apostadores estaban analizando la pregunta, si un hombre profesa cualquier religión debería llegar al paraíso, pero que pasa si se da la vida por los demás ¿También es un acto de fe? La pregunta era compleja, la fe es palabra y dar la vida es un echo ¿Cuál da más valor al ser humano? Un hombre habló, vestia elegante y se veía conocedor del mundo -Apuesto dos monedas más y voto por el hombre de fe- ¿Crees que la fe de otros te salvará? El hombre dudo un poco y afirmó que si. Esa fue la primera y última vez que lo oyeron hablar, murió al instante. Todos se asombraron, nadie esperaba tal suceso, entonces otro caballero aseguró su respuesta confiado en sí mismo. -¡El que da su vida alcanzará el paraíso!- El cantinero lo miró ¿Estas seguro? El hombre volvió a reafirmar su respuesta. El mediador del juego sacó un vaso, lo puso frente a él, sirvió un líquido extraño y le dijo "Bebe" -¿Es veneno?- El mediador no respondió y preguntó ¿Lo bebes tu o lo hace otro? Obviamente el que bebiera moriría y nadie quería perder, el hombre bebió y ganó la primera partida. -¿Decide quien deja la mesa?- Hacer esta acción quitaría la vida de alguien y al dejar el juego perdería la suya. Sin mirar dijo: - ¡El hombre aquel, el caballero de sombrero!- Otro cuerpo tocó el piso, el juego subió de intensidad y el mediador lanzó la segunda pregunta: - ¡Pará tener un cielo azul! ¿Cuál sería la pintura perfecta? ¿La que surge del poeta? o ¿Aquella que es robada de los ojos de una dama?- Como buenos jugadores esperaron ver las apuestas, la regla era una moneda ¿Quien pondría dos? Ya había dos cuerpos en la salida y el tercer no tardaría en ocupar ese lugar. De los ocho jugadores se levantó el de más edad, alzó su copa, tiro su cigarrillo y puso dos monedas, acto seguido sacó una fotografía y brindó: -No hay mejor color del cielo cuando se mira a través de los ojos de una mujer, el pintor dibuja y el poeta describe, pero el alma vive un momento inigualable cuando en un beso se pueden mirar ambas cosas- -Este hombre gana la Apuesta- El caballero apenas volvió a sentarse se quedó totalmente dormido, jamás despertaría. -¡Que pena! Teníamos ganador y bueno se cumplen las reglas del juego, este mismo caballero se va- Siete quedaron y era la última partida, el juego atrajo espectadores, todos atentos escucharon al mediador. -Hoy cuatro mueren y seis quedaran, tres son los mejores, pero no han hablado ¡Por favor! Preséntese con sus colegas- -Yo soy el amo y señor del pasado- -Yo el rey del presente- -Y yo gobierno el futuro- -¡Caray amigos! Ustedes tienen lo suyo ¿Qué esperan de esta mesa?- No contestaron y la apuesta fue la siguiente: -Son cuatro contra tres, estos tres caballeros los tienen en sus manos ¿Quieren apostar? O ¿prefieren morir en su juego?- Los hombre se miraron y aceptaron la apuesta. Tres monedas darían todos, veintiuna monedas de oro para el ganador. -Muy bien, les haré la pregunta ¿Cuántas veces nace el hombre en su vida?- Uno de ellos se apresuró diciendo: ¡Una vez! Y al caer al suelo se despidió de la vida. Ahora eran tres contra tres, los apostadores profesionales y los restantes. -Amigos, no vamos a poder ganarles al presente, pasado y futuro, pero que tal si morimos con honor ¿De acuerdo?- Entonces dieron tres respuestas en orden: -Yo muero a cada minuto- -Yo al momento de dormir- -Y yo nunca he vivido- Para sorpresa de todos, los apostadores dejaron la mesa, pagaron la apuesta y se marcharon. -¡Amigos! Hoy es su día de suerte, tú el numero 1 venciste al presente, tú el número dos al pasado y tú el tres al futuro ¡Los felicito!- Esa noche encontraron la respuesta a la pregunta "El hombre nace todos los días" pero nunca sabrá cuál es el último día en que ya no va a despertar... Ideas del autor Mauricio Zamora

viernes, 9 de octubre de 2020

Pánico

La habitación era pequeña, dos puertas a los costados, una daba a la calle y la otra a la parte trasera de la casa. Dentro del cuarto había mucha ropa en los muebles y en el piso, una mesa, sillas y varias cosas que no puedo recordar. El dolor se sintió en la parte baja de la espalda y del lado izquierdo, cuando miré había sido apuñalado, la angustia empezaría en ese momento pues no todo terminó ahí, en el suelo había más instrumentos cortantes. De pronto un joven se acercó, quería algo que yo tenía, me miró y soltó un golpe. Sentí la falta de aire, mi nariz fue cortada por un par de tijeras, me comenzó a faltar el aire, grité a mi madre. Ella estaba debajo de toda una montaña de ropa, se levantó lentamente y no pudo hacer nada. Me moví en la habitación, no podía ver bien, el dolor era fuerte, ahí sentí el filo de la navaja en otra parte de mi cuerpo. Mire a mi alrededor, no sabía quién estaba ahí. Mi agresor me vio e intento atacarme de nuevo, el piso estaba ahora lleno de agua, eso creí ver pero, no fue así. Era mi propia sangre por la cual camine rumbo a la puerta, afuera estaba oscuro, nada pude ver. No entiendo la mente del atacante, quería herirme más., con más fuerza grite a mi madre pero al parecer no me oía. Aquella noche desperté, el dolor fue tan real y la sensación de pánico me había echo volver a la realidad. Esa habitación está ahí, asechando mi sueño y cosechando mis temores. La he visto decenas de veces, pero aún no he logrado vencer el subconsciente y tomar las riendas del sueño que me acosa. Pues cuando estoy en él ya se lo que sucederá.... Y es el mismo ataque sin sentido que me vuelve presa de ese desconocido y me hace despertar abruptamente.. Micro relato Pánico