lunes, 15 de febrero de 2021

Solo un día más

Solo un día más Dicen que el alma recoje todos los pasos que dió en la vida antes de subir al cielo y de esta manera entrega cuentas al creador. Quizás son historias inventadas por nuestros ancestros, sin embargo debe de haber algo real en ello. Les contaré esta historia, todo comienza un viernes 20 de octubre, alguien tocó a mi puerta. -Hermano ¿Como has estado? Tanto tiempo si verte ¡Pasaba por aquí y pensé en saludar!- Ramiro, Amigo mío ¡Que gusto! ¡Pasa! ¿Te invito algo? -No te molestes, solo regalame un poco de agua, vengo sediento- ¿Pasas o me esperas? -Aquí te espero, no te preocupes- De jóvenes estudiamos juntos pero al terminar la escuela cada uno siguió un camino diferente. -Te agradezco la atención, te he buscado desde hace mucho rato y apenas di con la dirección- ¡El barrio cambió! Me mude aquí porque mis padres vendieron la casa donde vivíamos, esa casa donde nos pasamos las noches estudiando ¿Te acuerdas? -¡Cómo la voy a olvidar! Fueron los mejores momentos en mi vida, los amigos, las parrandas y que decir de las muchachas- ¡Caray! Tú eras el galán del equipo, no se te escapaba ninguna. -¡Como crees! Favor que me haces, pero todos teníamos algo especial ¿Te acuerdas de Sofía?- Como la voy a olvidar, era la más guapa del salón, todos queríamos invitarla a salir, pero le teníamos miedo a sus padres ¡La traían a raya en ese tiempo! -Pues precisamente a eso vengo, ella me dio un regalo para ti hace tiempo, sin embargo lo olvidé, se quedó perdido en mis cosas y haces unos días buscando unos documentos lo encontré- Mi amigo, no te hubieras molestado, ya ha pasado bastante tiempo y que mas da ¡No te preocupes! -¡Tenlo! Me atreví a abrir el sobre, es una medalla- Pues en verdad te lo agradezco, aprovechando el momento me la pondré. -Bueno amigo, el tiempo apremia y tengo que regresar, debo de terminar algunas cosas- ¡Que te valla bien! Espero verte pronto... Como buenos amigos nos despedimos, la amistad de años atrás era tan grande que esos instantes fueron únicos. Al dial siguente como era costumbre salir a correr al parque, el día estaba un poco nublado, las noticias habían pronósticado bajas temperaturas y efectivamente, el frío se empezó a sentir. Para quitarme un poco la pereza de la mañana y que decir, el frío también, fui a un puesto a comprar algo caliente para beber. -¡Disculpe señorita! ¿Me podría vender un poco de café? Lo más caliente que se pueda, gracias- La chica, sin alzar la mirada empezó a preparar la bebida, yo frotaba mis manos para evitar el entumecimiento, el frío ya era intenso. -¡Ricardo! ¿Eres tú? - ¡Sofía! ¡Mira que coincidencia! Desde cuando estás vendiendo en este lugar, yo he pasado muchas veces y no te había visto. -¡Es mi primer día!- Esto es increíble ¡Que pequeño es el mundo! -¡Así es! No sabes cuantas veces he pensado en ti- Me sonrojas, eso solo lo dicen los caballeros a las damas. -¡Callate! Ya no estamos en los tiempos de los abuelos, ahora las mujeres somos más liberales- Tienes razón, es un gusto encontrarte. Durante varios minutos hablamos de la escuela y los amigos, de los maestros que nos hicieron sufrir con sus tareas y de muchas otras locuras de estudiantes. ¡Sofía! Me siento tan feliz de verte, pero tengo que ir a trabajar, dime cuanto te debo del café y acepta una invitación mía para otra ocasión, quiero seguir platicando de todo aquello que vivimos. -¡No es nada hombre! Somos amigos ¡Esta va por mi cuenta- ¡Eres lo máximo! Deja darte mi tarjeta y dame tu numero de celular para estar en contacto. Busque mis tarjetas en la bolsa superior de mi camisa y sin querer saqué la medalla que el día anterior me puse. No me acorde en ese momento que la traía puesta. -¿Llevas la medalla que te mande con Ramiro?- ¡Mira que cosas! Ayer él llego a mi casa y me la entrego, muy apenado porque tú se la diste y el olvidó dármela. Le mencioné que no se preocupara y me la puse. -¡Apoco no lo sabes!- ¿Qué debo saber? -Ramiro murió hace tres días en un accidente- Era imposible de creer, mi amigo fue a verme, me entregó algo que se le había olvidado. Esa tarde fui con Sofía al cementerio, llevamos un gran ramo de flores. En voz alta le dijimos adiós, ni ella ni yo nos percatamos que él desde la distancia nos despedía también. Ideas del autor Mauricio Zamora

No hay comentarios.:

Publicar un comentario