martes, 23 de mayo de 2023

Micro Relato (Perdón)

Ese día , frente a la iglesia, por primera vez hablaría con Dios. Había perdido el camino y mi fe también, mi ser necesitaba consuelo, asi como mi espíritu. Entre en silencio muy lentamente, apenado por no llegar antes. La iglesia estaba vacía a esa hora y el aroma del incienso aún se conservaba. Miré todo, sentía tantas cosas en ese momento que mi cuerpo no podía más, había destrozado con palabras lo que mas amaba. Frente al altar me arrodillé, después de tantos años ahi estaba. En mi infancia se me enseñó a rezar y ahora de adulto lo había olvidado ¿Como se empieza una plegaria? o ¿Como pedirle perdón por mis errores? Cabizbajo seguí de rodillas, entonces el llanto brotó, traté de ocultarlo pero era casi imposible, de pronto una mano se posó sobre mi hombro. Una voz me dijo lo siguiente "Gracias al señor que volviste" me dio pena contestar y permanecí agachado. En mi intento por discernir tantas ideas, mi cerebro se arrebataba lleno de locura ¿Por donde empezar? ¿Como hacer saber a Dios lo que sentía sin fingir? Pero entendí que a él no se le puede engañar, ¡Por qué me puso a prueba! Fue lo que pensé primero, después reaccioné ¡Él sabe cabalmente mi destino! ¡Él me ha permitido vivir y aprender! ¡Él me dio la energía para nacer! Obviamente por la fe de mi madre. Levanté la mirada, lo tenía delante de mí, parecía como si me viera y entonces hablé nerviosamente. ¡Dios mío! Te he fallado, te olvide por completo, y quizás llegue a negarte. Me fui de tu sendero y de tu abrigo ¡Perdoname por mis actos y mi soberbia! Cuando duele el alma y el corazón se quiebra, las palabras se niegan a salir, ahí me di cuenta de lo pequeño que es el ser. Hice una pausa y tras unos segundos continúe, buscaba las oraciones correctas, si es que las tenía. ¡Dios mío! Que mi boca sea castigada o mi cuerpo, que mi vida sea tomada a cambio de mis errores, quitame todo lo que me has dado si fuera necesario. Alguien me había escuchado, era el sacerdote de la iglesia, de nueva cuenta se acercó y me dijo algo sumamente importante "Dios no castiga al hombre, éste se castiga solo, pero él te ha perdonado" El sacerdote se alejó, el arrepentimiento sincero salió de mis labios ¡Padre celestial Perdoname! ¡Madre perdóname! ¡Amor mío, perdóname! Que ésta plegaria llegue a sus oídos, hoy reconozco mi falta y les pido con humildad una disculpa. Me levante y fui a la entrada principal, bajo la sombra de un frondoso árbol un joven vendía rosas, le compré un hermoso ramo. Regresé a la iglesia y las dí en ofrenda a la virgen, puse una en su mano. Le pedí que fuera escuchado y juré jamás volver a fallarle. Unos minutos después me dirigí hacia las cenizas de mi madre, pues en esa iglesia le darían descanso eterno a sus restos. Hoy me duele lo sucedido, es un sentimiento que nunca será borrado, sin embargo creo en Dios y el sabrá darme la paz y el consuelo que tanto necesito. Ideas del Autor Microrelato Mauricio Zamora

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