martes, 2 de agosto de 2016

Señales de Amor

¡Prohibido mirar! Así estaba escrito en aquel letrero. Más adelante otro tenía la frase ¡Prohibido tocar! Ahora el letrero era más grande., metros más allá ¡Prohibido acercarse! Este estaba escrito en letras amarillas. Era cierto que algo advertían pero no explicaban que era. ¡Prohibido pasar! En este último habían colocado una reja en el camino. Eran muchas advertencias cómo para no hacer caso. Del otro lado., un último letrero que decía: ¡Desde aquí no hay vuelta atrás! Obviamente algo se guardaba del otro lado. De repente un anciano apareció llevando en su hombro un pequeño morral. Se veía cansado y exhausto. Se paró frente a la reja y pregunto:

-¿Que deseas caballero?- Cuando alzó la mirada sus ojos eran tan azules cómo el cielo. 
-¡Tengo una inquietud! He venido por este camino., me percaté de cada uno de los letreros y pregunto ahora ¿Porque prohíbe tantas cosas?- el anciano ya no contestó y lo que hizo fue dar su morral en mano a aquel hombre, para después dejarlo pasar. Pasaron unos minutos y siguió adelante., entonces encontró otro letrero que decía: ¿Cierra los ojos y camina que el canto del ave te dirá cuando debas abrirlos? El hombre así lo hizo y recordó lo leído en el primer letrero ¡No mirar! Pues al caminar se oían voces tan melodiosas y atractivas que resultaba difícil mantener los ojos cerrados. 
Finalmente y después de un largo trayecto logro escuchar un canto tan hermoso que jamás se lo habría imaginado., un canto que hacía estremecer el alma en lo más profundo. El hombre abrió los ojos y siguió adelante esperando mirar el origen de tan bella melodía. 
Unos pasos más y encontró otro letrero que decía ¡Deberás atar tus manos y no soltarlas asta que tu corazón te lo diga! El hombre así lo hizo., amarró sus manos a la espalda y siguió adelante. De nuevo en el camino encontró joyas y diamantes, deliciosos alimentos, ropas y placeres. Pero aún así no soltó sus manos. Camino y camino. Un río apareció frente a el., sentada en una piedra una hermosa mujer esperaba. La miró., tímidamente le habló... 
-¿Hay algo que pueda hacer por ti?- Y ella respondió 
-Me ayudarías a pasar este río- Por primera vez su corazón latía apresuradamente, pues esa voz era el canto que antes había escuchado. Fue así que soltó sus manos y ayudó a tan hermosa mujer a cruzar aquel caudaloso río. Su ser estremecido por tenerla tan cerca era presa de múltiples emociones. Cuando cruzaron ella agradeció diciendo... 
-Gracias por ayudarme siempre estaré en deuda contigo- cuando iba a marcharse miró otro letrero que decía.. ¡Cuando te de la mano el amor., no lo sueltes y camina junto a el! 
El hombre entendió y sin decir nada siguió tras la maravillosa dama. Habían caminado unos pocos metros cuando apareció en lo alto una cabaña. Ella fue asta ahí y entró. El hombre la siguió también. Era una casita humilde. 
-¡Papa he regresado! ¡Aquí estoy de nuevo a tu lado!- un pobre hombre se debatía entre la vida y la muerte pues minutos antes había sido mordido por una serpiente venenosa. 
-¡Aquí estoy papá!- el hombre los miró y sintió pena por lo que veía., pero como podía ayudar. Se sentó junto a ella y el morral que llevaba cayó al piso. Ahí recordó el último letrero ¡No hay marcha atrás! Y recordó al anciano. Que aún sabiendo de los letreros no le impidió el paso y por eso ahora estaba ahí viviendo todo aquello. 
Miró el morral y encontró una pequeña botella, una caja de madera y unas hojas. Saco la botella y se la dio al padre de ella. Increíblemente al tomar su contenido el padre de la hermosa mujer recuperaba su salud. La alegría la hizo llorar de felicidad pues su padre viviría. 
-Me has salvado y en agradecimiento no se que darte., pues pobre soy- ella lo miró y guardo silencio pero con su mirada lo decía todo. El hombre exclamó.. 
-¡Pobre soy también! Pero me he enamorado de su hija y lo único que poseo es esta pequeña cajita que me fue dada el final de todos los letreros que leí., se la entrego humildemente- El papa la recibió alegremente y exclamó.. 
-¡Los letreros yo los escribí! Quería para mi hija un buen hombre., que no se dejará vencer por los males que hay en el mundo., y veo que fuiste tu el que logró hacerlo- aquel día cambiaría el destino la vida de ellos., el papa de ella sanó. La cajita iba llena de oro y diamantes., ahora eran suyos. 
La tarde caía y aquel hombre sentado afuera escribía estas líneas: "...Para encontrar el amor solo hace falta escuchar la  voz del corazón..." y ella agrego "... Para tocar el alma solo hace falta dar con amor las manos..."
Aquella tarde en la distancia un noble anciano reía alegremente., era hora de poner los letreros nuevamente....

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