Un trébol de cuatro hojas apareció entre otros tréboles de tres hojas. Era verde como los demás, sin embargo, diferente por la hoja sobrante. Sus amigos lo veían con recelo y pronto él se daría cuenta de esto.
Todos los días muy temprano eran saludados por el sol y bañados por el rocío. También eran mecidos por el viento y acariciados por las mariposas. Todos vivían felices pero sabiendo que en cualquier momento unos de ellos dejarían aquel lugar. Los hombres del mundo irían en busca de ellos y los separarían para siempre.
El trébol de cuatro hojas no sabía eso y aquella mañana sucedió. Dos hombres aparecieron, el miedo se hizo general y se apoderó de todos los tréboles, grandes y pequeños veían así su futuro, incierto y lejos de donde nacieron. El trébol de cuatro hojas pensó -aquí nadie me extrañará, soy tan diferente a todos, que más da que sea yo el que se vaya- y sin pensarlo dos veces, alzó sus hojas para que lo vieran. Y efectivamente así fue, esa mañana el trébol murió al ser arrancado de la tierra. Los demás gritaron emocionados. Habían tenido mucha suerte en no ser cortados.
El trébol fue llevado a un templo donde lo admiraron, fue puesto como ejemplo a la belleza, viajó por el mundo y así sería conocido por todos.
Los hombres regresarían una vez más en busca de otro trébol de cuatro hojas, pero no lo encontrarían. En aquel campo ya no había ninguno. Todos habían desaparecido. El destino dio figura eterna al trébol diferente, a aquel que dio su vida sin temor y fue llevado a ser mucho más.
Por eso hay seres de solo tres hojas y los de cuatro hojas son excepcionales....
No hay comentarios.:
Publicar un comentario