domingo, 4 de diciembre de 2016

El Regalo de las Hadas

Un conejo pidió un beso a una mariposa ¡Increíble! Pero cierto, y de regalo le llevaba unas hojas de lechuga. Aquel día se arreglo muy bien. Quería verse guapo. Y así gustarle a la mariposa. Pensó -Que otra cosa podré regalarle- y fue con las hadas. A ellas les pregunto cual sería el mejor regalo para la mariposa. Pues dijo -Mis hojitas de lechuga, son muy poquitas, yo deseo algo especial, pues amo a la mariposa. 
Las hadas descubrieron en sus ojitos un amor poco común,  pero verdadero en el alma del conejito. Así que decidieron darle un regalo ejemplar. En un frasco pequeño pusieron varias esencias tomadas de la naturaleza. Guardando ahí el calor del sol, la pasión por la vida, la inspiración de las flores, el sentimiento de la lluvia, la eternidad del tiempo y el amor que nace del corazón. 
El conejito muy contento agradeció el regalo. Ahora llevaba un perfume maravilloso para dar. Entonces fue en busca de la mariposa.  La encontró sentada en un rosal admirando el bello paisaje del bosque. Se acercó y dijo tiernamente. -¡Oh hermosa mariposa, estoy enamorado de ti, he venido a entregarte este regalo y espero lo aceptes!- 
La mariposa miró al conejito, ella también lo había visto mucho antes. Él., era muy bonito, tenia sus orejitas largas, sus patitas blancas y su manera de brincar le había atraido mucho su atención, además de su alegría diaria. La mariposa agradeció el regalo profundamente y entonces el conejito le pidió que se pusiera un poco del perfume que le regalo. Y ella accedió amablemente. Como ya caía la noche, decidieron platicar un rato y luego dormir. Ella descansando sobre el rosal y el conejo sobre un madero junto a ella. 
Al otro día ocurrió lo increíble. La mariposa despertó, llevo sus manos a sus ojos y al verse se dio cuenta que se había convertido en una mujer. Una mujer muy hermosa. Y entonces miró hacia donde estaba el conejito. Y éste la veía fijamente con un ramo de rosas. Él se había convertido en hombre. Y ahí la estaba esperando, para amarle profundamente. Las hadas los vieron.. Sabían la dicha del conejo. Y rieron muy felices... Y ellos por su parte vivieron respirando la esencia regalada por las hadas hasta el último día de sus vidas. 

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