jueves, 2 de abril de 2020

El rey, el marino y el capitán

¡Marineros a navegar! Fue el grito del capitán, con voz firme, determinaba la hora y el camino a seguir. ¿Mi capitán que debemos llevar? -Solamente lo necesario- Tres marinos subieron al barco y a petición del capitán solo llevaron un objeto cada uno. Uno de ellos llevó un libro santo, el otro un cuchillo de caza y el último un bolillo fresco. -¡Marinos! A donde iremos muchos no ha vuelto, dicen que son aguas peligrosas más sin embargo necesito ir ahí. Como sabrán me eh comprometido con la hija del Rey y este me ha puesto un precio para poder desposarla, por ello debo encontrar un objeto sagrado- Los marinos se miraron uno al otro y preguntaron ¿Cuál era la paga? Pues el riesgo era la vida. -¡A los que me acompañen les daré mi barco! Y mucho más cuando regresemos a tierra- Sin preguntarse más, los marineros aceptaron y saldrían a la mañana siguiente. Al salir el primer rayo de luz partieron, lo típico de un marino es cantar y así lo hicieron. Diez días después de haber estado navegando los llamo el capitán. -¡Hoy es el gran día! Por la tarde llegaremos a nuestro destino, desembarcaremos y buscaremos lo que se me ha pedido- Justo ahora apareció la tormenta, el mar sacudía al barco, pero nada los detendría. A media noche tocaron tierra, la embarcación medianamente se mantenía a flote. ¿Tienen miedo? -No mi capitán, siguimos con usted- Caminaron un día más, el sol, la sed y el hambre ya era insoportable. ¿Mi capitán podemos comer? -¡Por supuesto!- El único alimento era el bolillo que uno de ellos llevaba, así que lo repartieron. -¡Tenga mi capitán! Acompañemos, es lo único que le podemos ofrecer- El hombre de facciones duras los miró y dijo: -¡Coman ustedes aún hay mucho por caminar! - Medio día más de travesía, la isla era enorme, frente a ellos un abismo les impedía el paso, cruzar parecía imposible. -¡Mi capitán hay que hacer un puente para cruzar!- Ahí fue que el hombre de carácter recio y enérgico dobló sus rodillas, su mirada firme se estaba perdiendo. ¡No se preocupe usted caballero! -Dijo otro de ellos- Permitame poner a su disposición mi cuchillo, con él buscaré la forma de hacer cuerdas y de esta manera cruzaremos.. En unas horas los marinos ya habían hecho provisionalmente un puente y fue a si como siguieron la marcha.. A unas horas llegaron a su destino, frente a ellos había una gruta, su entrada era pequeña y por eso solo una persona entraría. -¿Yo entro mi capitán? Solo dígame que estoy buscando y lo traeré- -El rey me ha pedido una gema, es de color púrpura, muy valiosa. Se encuentra en el interior de esta montaña, dice una leyenda que es el corazón de la isla y quien la posea tendrá todo lo que siempre ha soñado- El marino entró a la cueva, busco por unos minutos. Adentro se oían miles de voces, un murmullo poco entendible pero que aturdia. Eran almas encerradas ahí, ellas cuidaban la gema. Como todo tesoro siempre existe un guardián y en éste caso no habría excepción. Un hombre apareció, corpulento, fuerte y de piel oscura. -¿Qué deseas?- He venido desde muy lejos por una gema -¡Jamás te la podrás llevar!- ¿Digame cuál es el precio y le diré si lo puedo pagar? -Pobre hombre incrédulo, no hay precio, pero si un pacto, dame lo que llevas en las manos y si es de mi interés saldrán libres de esta isla- El marino que había entrado llevaba el libro santo en las manos, era la fe escrita miles de años atrás, renunciar a ella era como morir al instante, su libro le había mostrado el valor de ser hombre, la majestuosidad de la vida, conocer el amor hacia sí mismo y con los demás. Lo pensó unos instantes y recordó al capitán, el quería a la hija del Rey y el Rey deseaba, poder ¿Pero la hija quería eso? ¿Deseaba al navegante? Los marinos sabían de la avaricia del capitán, ellos lo notaron desde un principio, hablaron de ello y decidieron ir al viaje. Finalmente contestó: -Te dejo lo que traigo, a cambio de esta piedra, solo pondré una condición, cuando salga lo abrirás y dejaras así asta el fin de los tiempos- El hombre aceptó y entregó la piedra. Cuando salió el marino el libro fue abierto y las almas que estaban ahí salieron en libertad. La montaña se empezó a derrumbar, había que correr y llegar a la embarcación. De nuevo la tormenta, salir fue una lucha, el mar no lo permitía, pero los marinos lograron liberarse de todo aquello. Horas después el capitán los miró y preguntó: ¿Me darán la gema? -Ellos respondieron- Somos hombres de honor y cumpliremos lo acordado. Finalmente el barco regresó a tierra dos meses después, todo había pasado. El capitán se presentó ante el Rey, no iba solo, llevó a los marinos. -¡Su majestad le he traído lo que le pidió!- El rey estaba muy complacido cuando apareció su hija. -¡Hija tengo lo que siempre soñé! La hija miró a su padre y con un sentimiento profundo dijo estas palabras: -El ego de la riqueza cegó tus ojos, hoy has de perder lo más valioso que te dio la vida. Me iré pero no con aquel que te trae la perdición, ves a esos mineros, ellos son hermanos, a uno de ellos le pertenece mi corazón, al saber lo que pretendías se ofrecieron para la búsqueda- Un joven se levantó, abrió sus brazos y la hija del Rey hizo lo mismo. Al dar la espalda sólo quedó en el piso un bolillo y una daga usada. Y ellos dos llevaban un libro santo bajo el brazo.. Un cuento para imaginar Solamente es un inicio de algo más Autor Mauricio Zamora

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