lunes, 11 de junio de 2018

Sepulcro

Aquel día decidió entregar todo, pero entregar que, si nada le pertenecía. Sus ojos se llenaron de llanto, su alma había perdido la fe ¿vivír? Era como un cuento de hadas. Sembró, regó, cuidó y nada recibiría. Grito al tiempo, rogó y suplicó, nadie le oyó. El último adiós no le sería lo dado, perdió el momento, dejó pasar su oportunidad, estaba totalmente solo. Su ser estremeció al sentir la muerte ¿En que fallé? Pregunto, pero no hubo respuesta, los amigos no llegaron, la familia lo abandono, estaba completamente solo. Las campanadas sonando marcaron el fin, una fría loza lo cubrió y nadie reclamó el derecho de estar ahí. Al pie de aquel sepulcro, no hubo flores, no existió compañía. Los sepultureros terminaron su labor, al poco tiempo se marcharon. Después de varios minutos llegó un hombre de mediana edad, quitó su sombrero, su corbata y abrigo. De entre sus ropas sacó un libro gastado y viejo. De pie y al frente de esa tumba leyo: "... Viva el amor, aquel que por gracia divina es bendecido, entreguen todo y no reclamen nada y vivan el cauce del río, el canto del ave o la puesta de sol que en primavera es refugio de los enamorados...." al terminar de leer, dejó ese libro sobre la tumba. Su mirada no era de tristeza pero tampoco de alegría, al salir de aquel lugar dijo: "Adiós papá, fuiste el artista que ahora logré entender"
El joven aquel se alejó y en su mente solo llevaría un recuerdo, la mirada de su padre y en sus manos la inquietud de escribir como el...

Autor
Mauricio Zamora
Seudónimo
Corazón de Muñeco

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