Pedro
era un tímido elefante que vivía allá en los adentros de la selva. Estaba
enamorado de una hermosa orquídea azul., tan azul como el cielo mismo. Así que
esperaba pacientemente cada uno de los días para poder verla nuevamente.
Callado y pensativo no dejaba de imaginarla. Pedro era un romántico, le
fascinaba el agua del río, oír su cauce y el golpe de ésta sobre las piedras lo
embelesaba. Todos los elefantes poseen orejas grandes, sin embargo, él tenía
unas orejas pequeñas a pesar de su enorme tamaño. Pedro había nacido con una
peca en la frente cuya forma se parecía a la luna. Esta marca lo hacía muy
diferente a los demás. Sus patas eran tan grandes que solían marcar el camino
por donde pasaba.
Por las tardes se sentaba en la humedad del
suelo simplemente para observar cómo se ocultaba el sol en el atardecer. El
sueño más anhelado de Pedro era ser cantante, deseaba con muchas ganas cantar
su amor a la orquídea azul, pues era una flor muy bella. Así que pensó en
estudiar y para ello buscaría a un gran maestro y que mejor maestro que el
ruiseñor. Su canto es tan maravilloso que a pedro le pareció buena idea que el
fuera su mentor y sin pensarlo dos veces fue en su búsqueda.
El ruiseñor vivía en lo alto un enorme
roble y pedro sabía cómo encontrarlo. Ya frente a él explico los motivos de su
visita y pidió de la manera más educada le enseñara como poder cantar. Aunque
el ruiseñor puso todo su empeño en mostrar a pedro como se debe de cantar, el
elefante pedro no pudo emitir ningún sonido. Dando las gracias nuevamente pedro
se alejó muy triste pues no había podido realizar su sueño de cantar, metros
más adelante pedro recordó las palabras de su madre la cual le decía constantemente
–nunca abandones tus sueños, lucha por
ellos, cree en ti y se fuerte- entonces pedro el elefante se detuvo a
pensar en cómo aprender a cantar. Sentado junto al arroyo recordó que los
gallos también cantan y lo hacen muy bien., así que fue en busca de uno.
Kike el gallo lo llamaban, su voz se oía
todas las mañanas muy temprano, cantaba con tal entusiasmo que muy pocos podían
imitarlo y nadie podía quedarse dormido al escucharlo, como era casi medio día pedro el elefante
pensó que el gallo podía ser un buen maestro y sin pensarlo más fue en busca de
él. De nueva cuenta pedro explico sus motivos y deseos de cantar a lo que Kike accedió
amablemente en enseñarle, pero por desgracia pedro nuevamente no pudo emitir
sonido alguno y muy triste se alejó -Que
hare- se preguntó -mi última
oportunidades es el señor grillo, él sabe cantar muy bien, lo he oído todas las
noches hacerlo- y no imaginando otra opción rápidamente fue en su búsqueda.
Memo el grillo dormía, porque los grillos
suelen cantar solo de noche, así que por el día descansaba. Pedro toco a su
puerta, no muy fuerte para no causar molestias, memo grito –quien interrumpe mi sueño- pedro
tímidamente respondió –soy pedro el
elefante y deseo hablar con usted señor grillo- como ya casi anochecía memo
se levantó y escucho la petición de pedro –señor
grillo estoy enamorado de una hermosa orquídea azul y el motivo por el cual hoy
estoy aquí es para pedirle me enseñe a cantar como lo hace usted- ¡un
elefante cantante! vaya sorpresa pensó el grillo, sin embargo, lo miro detenidamente,
observo sus orejas, sus patas, sus ojos, su nariz y su cola, deteniéndose en su
trompa. Era la trompa más larga que había visto. Memo., repentinamente
descubrió lo que pedro deseaba, su trompa, sería la forma perfecta para poder
cantar. Acto seguido fue en busca de pedazo de bambú y con el construyo una
flauta y la puso en la trompa de pedro y dijo: -pedro sopla y oirás el canto que deseas- pedro el elefante no entendía
pero obedeció, lleno sus pulmones de aire y soplo por su nariz. La flauta
produjo un sonido hermoso, tan brillante que fue escuchado por todos en la
selva. Pedro agradeció a memo el grillo y se alejó llevando su flauta bajo el
brazo. Iba tan feliz y contento pues ahora podía cantar a su manera a la flor
que tanto amaba. La noche había caído y por ese día pedro durmió
tranquilamente.
Al otro día muy temprano pedro se levantó,
se arregló, se peino y fue al campo verde a visitar a su flor. Al llegar., ella
lucia esplendorosa, radiante bajos los rayos del sol. Toda su figura se veía
hermosa y un sutil aroma rodeaba el ambiente, esa era la fragancia que pedro
adoraba. La miro callado y sin hacer el menor ruido coloco su flauta en el
suelo y comenzó a tocar. La orquídea escucho, volteo a mirarle, estaba
fascinada por ese regalo. Todos los animales serian testigos de aquel magnífico
suceso. La orquídea se había convertido en mujer. Más hermosa aún, radiante,
elegante y maravillosa.
Caminando hacia pedro la orquídea azul no
dejaba de observarlo., ya frente a él levanto la flauta y para sorpresa de
todos los animales, pedro el elefante en hombre se había convertido también, era
todo un caballero. La flor de orquídea lo abrazo dulcemente y pedro al fin pudo
besarla. Un beso de amor y un abrazo prolongado se dieron por primera vez y así
seria para siempre. Pues pedro nunca dejaría de tocar su flauta y ella jamás
dejaría de oírla.
Memo el grillo los observaba y se dijo así
mismo “…para alcanzar un sueño, lo primero es tenerlo, desearlo, hasta
obtenerlo…” y pedro el elefante lo vivió.
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