jueves, 3 de marzo de 2016

Pedro el Elefante y la Orquídea Azul


     Pedro era un tímido elefante que vivía allá en los adentros de la selva. Estaba enamorado de una hermosa orquídea azul., tan azul como el cielo mismo. Así que esperaba pacientemente cada uno de los días para poder verla nuevamente. Callado y pensativo no dejaba de imaginarla. Pedro era un romántico, le fascinaba el agua del río, oír su cauce y el golpe de ésta sobre las piedras lo embelesaba. Todos los elefantes poseen orejas grandes, sin embargo, él tenía unas orejas pequeñas a pesar de su enorme tamaño. Pedro había nacido con una peca en la frente cuya forma se parecía a la luna. Esta marca lo hacía muy diferente a los demás. Sus patas eran tan grandes que solían marcar el camino por donde pasaba.
    Por las tardes se sentaba en la humedad del suelo simplemente para observar cómo se ocultaba el sol en el atardecer. El sueño más anhelado de Pedro era ser cantante, deseaba con muchas ganas cantar su amor a la orquídea azul, pues era una flor muy bella. Así que pensó en estudiar y para ello buscaría a un gran maestro y que mejor maestro que el ruiseñor. Su canto es tan maravilloso que a pedro le pareció buena idea que el fuera su mentor y sin pensarlo dos veces fue en su búsqueda.
    El ruiseñor vivía en lo alto un enorme roble y pedro sabía cómo encontrarlo. Ya frente a él explico los motivos de su visita y pidió de la manera más educada le enseñara como poder cantar. Aunque el ruiseñor puso todo su empeño en mostrar a pedro como se debe de cantar, el elefante pedro no pudo emitir ningún sonido. Dando las gracias nuevamente pedro se alejó muy triste pues no había podido realizar su sueño de cantar, metros más adelante pedro recordó las palabras de su madre la cual le decía constantemente –nunca abandones tus sueños, lucha por ellos, cree en ti y se fuerte- entonces pedro el elefante se detuvo a pensar en cómo aprender a cantar. Sentado junto al arroyo recordó que los gallos también cantan y lo hacen muy bien., así que fue en busca de uno.
    Kike el gallo lo llamaban, su voz se oía todas las mañanas muy temprano, cantaba con tal entusiasmo que muy pocos podían imitarlo y nadie podía quedarse dormido al escucharlo,  como era casi medio día pedro el elefante pensó que el gallo podía ser un buen maestro y sin pensarlo más fue en busca de él. De nueva cuenta pedro explico sus motivos y deseos de cantar a lo que Kike accedió amablemente en enseñarle, pero por desgracia pedro nuevamente no pudo emitir sonido alguno y muy triste se alejó -Que hare- se preguntó -mi última oportunidades es el señor grillo, él sabe cantar muy bien, lo he oído todas las noches hacerlo- y no imaginando otra opción rápidamente fue en su búsqueda.
    Memo el grillo dormía, porque los grillos suelen cantar solo de noche, así que por el día descansaba. Pedro toco a su puerta, no muy fuerte para no causar molestias, memo grito –quien interrumpe mi sueño- pedro tímidamente respondió –soy pedro el elefante y deseo hablar con usted señor grillo- como ya casi anochecía memo se levantó y escucho la petición de pedro –señor grillo estoy enamorado de una hermosa orquídea azul y el motivo por el cual hoy estoy aquí es para pedirle me enseñe a cantar como lo hace usted- ¡un elefante cantante! vaya sorpresa pensó el grillo, sin embargo, lo miro detenidamente, observo sus orejas, sus patas, sus ojos, su nariz y su cola, deteniéndose en su trompa. Era la trompa más larga que había visto. Memo., repentinamente descubrió lo que pedro deseaba, su trompa, sería la forma perfecta para poder cantar. Acto seguido fue en busca de pedazo de bambú y con el construyo una flauta y la puso en la trompa de pedro y dijo: -pedro sopla y oirás el canto que deseas- pedro el elefante no entendía pero obedeció, lleno sus pulmones de aire y soplo por su nariz. La flauta produjo un sonido hermoso, tan brillante que fue escuchado por todos en la selva. Pedro agradeció a memo el grillo y se alejó llevando su flauta bajo el brazo. Iba tan feliz y contento pues ahora podía cantar a su manera a la flor que tanto amaba. La noche había caído y por ese día pedro durmió tranquilamente. 
    Al otro día muy temprano pedro se levantó, se arregló, se peino y fue al campo verde a visitar a su flor. Al llegar., ella lucia esplendorosa, radiante bajos los rayos del sol. Toda su figura se veía hermosa y un sutil aroma rodeaba el ambiente, esa era la fragancia que pedro adoraba. La miro callado y sin hacer el menor ruido coloco su flauta en el suelo y comenzó a tocar. La orquídea escucho, volteo a mirarle, estaba fascinada por ese regalo. Todos los animales serian testigos de aquel magnífico suceso. La orquídea se había convertido en mujer. Más hermosa aún, radiante, elegante y maravillosa.
    Caminando hacia pedro la orquídea azul no dejaba de observarlo., ya frente a él levanto la flauta y para sorpresa de todos los animales, pedro el elefante en hombre se había convertido también, era todo un caballero. La flor de orquídea lo abrazo dulcemente y pedro al fin pudo besarla. Un beso de amor y un abrazo prolongado se dieron por primera vez y así seria para siempre. Pues pedro nunca dejaría de tocar su flauta y ella jamás dejaría de oírla.

    Memo el grillo los observaba y se dijo así mismo “…para alcanzar un sueño, lo primero es tenerlo, desearlo, hasta obtenerlo…” y pedro el elefante lo vivió.




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