lunes, 7 de marzo de 2016

Fortaleza y Conviccion ( un árbol con corazón )

Aquel árbol era joven, enorme y frondoso. Había nacido y crecido en un lugar sin igual., la selva. Su sombra era muy impresionante mucho más que la de otros árboles de aquel lugar. Sus ramas eran brazos extendidos al firmamento, muy pero muy fuertes. Sus flores eran espectaculares. La máxima creación hecha por la naturaleza. Sus raíces profundas y muy firmes. Millares de hojas lo vestían. Por las tardes se le oía susurrar al momento en que el viento lo acariciaba. La lluvia podía precipitarse dejando sobre él diminutos diamantes que al brillo del sol resplandecían dando un maravilloso espectáculo. Pero aún así y a pesar de éstas maravillas éste árbol no se sentía satisfecho. Quería correr como la cebra, volar como las aves, caminar si fuera posible.
Soñaba con ver más allá de la montaña, mucho más allá de los caminos. Los animales se burlaban de él, lo ofendían constantemente, lo agredían. Le decía de apodo el tronco tieso. Y por este motivo el corazón del árbol sufría inmensamente. Algunas veces lloraba por las noches, convirtiendo el susurro del viento en un canto de nostalgia y desesperación. Una mañana marcaría para siempre su existencia. Una tormenta se avecinaba, el cielo se oscurecía llenándose de nubes negras. El viento cada vez más agresivo empezó a soplar. Los ríos se llenaban rápidamente. El desastre sería inminente. Los animales corrían en busca de refugio, cualquier lugar seguro que sirviera para salvar la vida. Pero solo había uno y se dirigieron hacia él. Cubrirse bajo las fuertes ramas del árbol era la única esperanza. El árbol fue embestido duramente por aquel golpe de la naturaleza. Una lucha de poder y fuerza casi interminable. Momentos de angustia vividos y jamás olvidados. Después de horas de aferrarse a la vida, el desastre era una triste imagen tan real y llena de agonía. El árbol había salvado a los animales, aun acosta de su propia vida. Tirado en el suelo cayó. Sus raíces soportaron tremenda lucha pero al final cedieron. Nada de hojas, nada de flores. Ramas rotas y un corazón tan débil que en pocos minutos dejaría de latir. Los animales lo vieron, sintieron pena y arrepentimiento, pero ya no había salvación. El árbol moriría irremediablemente. Con las últimas fuerzas de su ser el árbol exclamó -quiero vivir, deseo conocer y dejar al mundo lo que soy, no permitan que muera, tomen mi corazón y llévenlo a donde se realicen mis sueños- estas serían sus últimas palabras. Aquel enorme árbol murió. Los animales apenados por su comportamiento con el árbol, lloraron. El tronco tieso como le decían los había salvado. El rey de la selva sería el encargado de hacer valer los deseos del árbol. Tomando de las entrañas del árbol el corazón, lo hizo miles de pedacitos, y lo entrego a los animales -vayan y cumplan el deseo de este magnífico árbol, que su esencia cubra toda la tierra, y que así sea hasta el final de los tiempos- cuenta la historia que el árbol volvió a nacer, más fuerte y grande. Y ahora era cuidado y respetado por cada uno de los animales. De esta manera pudo conocer el mundo y el mundo pudo conocerlo a él....




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