martes, 12 de abril de 2016

El conejo y la Luna

-A dónde vas conejito- se oye una voz en la distancia
-Voy en busca de mi madre- sin voltear dio aquella respuesta. Caminando presuroso y con actitud decidida. 
-¿Vas tu solo?- se oyó de nueva cuenta aquella voz
-¡Sí! ¡Voy solo!- Para nada se distrajo al responder. El conejo ya iba demasiado lejos de su casa, llevando solamente una mochila pequeña bajo el brazo. 
-¿Que llevas ahí? -la misma voz le pregunto 
-Una zanahoria, una cobija y un libro- Esta vez se detuvo para revisar si en verdad lo tenía., y continuó caminando. 
-El bosque es peligroso ¡Y tú eres muy pequeño para andar solo!- Los ojitos del conejo se abrieron rápidamente pero no estaba dispuesto a regresar. 
-Llevo un regalo que mi mamá me dio y eso me protegerá- Tenia tal seguridad al hablar que no parecía un pequeño conejo. 
-¿Y si llueve?-
-Me escondo bajo un árbol-
-¿Y si te agarra la noche?-
-Busco donde dormir-
¿Si te da hambre? 
-Me como mi zanahoria-
Así se la pasaron toda la tarde, entre preguntas y respuestas. Pero el conejo no paró de caminar. Él sabía lo que deseaba. Y llegaría hasta donde tuviera que llegar. Pues su misión era buscar a su madre. 
Cruzo arroyos, valles y largos caminos. Así lo hizo por mucho tiempo. Y la voz seguía con él, platicando de tantas cosas. Los demás animales lo veían. Se preguntaban ¿Con quién irá hablando ese conejo loco? Pero esos comentarios a él no le eran importantes. 
Cierto día se encontró con un gato. No era un gato intruso. Estaba sentado a un lado del camino limpiando una a una sus patitas. Cuando el gato vio al conejo, éste dejo lo que estaba haciendo y se unió a su marcha preguntando… 
¿A dónde vas conejo? Y volvió a responder.,
-Voy en busca de mi madre- Y sin preguntar más, los dos caminaron juntos. A veces el conejo respondía a la voz que oía y otras más a las preguntas del gato. 
La voz le decía lo que tenía que hacer y lo cuidaba. Y el gato le decía cosas que no debería hacer pero, como el conejo era muy listo, solo obedeció los consejos de aquella voz. 
Una noche después de muchísimo tiempo el conejo se sentó a contemplar la una. Largo rato estuvo platicando con ella. El gato lo observó y preguntó... 
¿Qué haces conejo? ¿No seguirás caminando en busca de tu madre? 
El conejo lo miró de frente y también miró hacia atrás. Él, nunca había vuelto su mirada atrás pero al hacerlo sus ojos se pusieron tristes y lloró. 
-Cuando decía que iba en busca de mi madre, yo ya sabía dónde estaría, ella era la que hablaba conmigo, su voz era la que me dirigía y guiaba por el camino- Pensativo por un momento el gato logró entender.
-¿Entonces tu madre está? 
-Arriba en el cielo, en la luz de la luna y la voz del universo-
El gato agachó la mirada y lloró también. El conejo mirando a la luna dijo... 
-Gracias por ser tú, aquella voz que guía mi vida, por estar en donde quiera que estés conmigo y siempre acompañarme- La mama del conejo era la luna y en lo alto  del cielo no dejaba de mirarle y cuidarle, pues desde que salió por primera vez de frente al mundo, era la voz que pregunto con tanta firmeza: 
¿A DONDE VAS CONEJITO? 
Y él respondiendo atentamente dijo:
VOY EN BUSCA DE MI MADRE

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