domingo, 24 de abril de 2016

El sapo que supo hablar

Había corrido varias horas., el propósito era llegar a tiempo. La cita era a medio día., por eso salí la noche anterior. Solo pare unos minutos en un pequeño pueblo, la gente dormía. Eran las 5 de la mañana, el frío amanecer lo sentí en la piel. 
Para descansar un poco caminé, miré el paisaje. Aquellas casas eran muy antiguas en su construcción. Caso curioso, todas tenían en su puerta un escudo. La figura central lo abarcaba un dibujo de un sapo el cual estaba rodeado de flores. Lo mire detenidamente sin darle mayor importancia. 
Amanecía cuando camine un poco más hasta llegar a la salida del pueblo. Debería de cruzar un pequeño puente para dejar atrás aquel lugar. Sin embargo a medio camino estaba un enorme sapo., me quede sorprendido, era igual al del escudo que antes había visto. Me detuve y lo mire. Y aunque no me crean me habló. 
-Llévame a donde tú vayas, soy mateo, quiero ir contigo y en pago a tu atención te daré un regalo-
Un sapo que habla, vaya curiosidad, no lo creía, pero yo debería de llegar a tiempo a mi cita. Lo mire y dije que más da, lo llevaré conmigo. Lo levanté y lo puse dentro de mi mochila y seguí mi camino. 
Faltaba muy poca distancia para llegar a mi destino, cuando escuche unos gritos de angustia. Era una mujer de muy corta edad. Por su vestimenta me di cuenta de su situación. Se veía muy humilde, aun así su pelo ensortijado le daba una característica muy singular. No vi sus ojos, pues miraba fijamente al piso, cubriendo el rostro con sus manos. Gritaba -ayúdame, mi madre se muere, tienes que hacer algo-
Yo pensé, no soy doctor, que podría hacer en tal situación. Ella, tomándome de la mano y jalándome, casi me tira al introducirme a su casa. En aquel lugar una anciana estaba agonizando. Lo vi por las facciones de su rostro. Verdaderamente era un lecho humilde. Una cama de madera, luz de candil, y un enorme fogón al centro del lugar. Pero lo inimaginable el escudo del sapo estaba grabado en la base del fogón.. Me detuve en seco, muchas coincidencias y entonces la anciana hablo. 
-Noble viajero, has llegado por decisión del destino, hoy moriré con tranquilidad, pues sé que mi hija quedará en la compañía de un buen hombre-
Yo no sabía ni que decir., que estaba sucediendo, que pasaba. Mi cita era una cita a medio día y ya faltaba poco tiempo para que el plazo se cumpliera. 
Me sentía confundido, sabia de la cita, pero la verdad no conocía por qué viajaba. Solamente había emprendido la marcha sin reflexionar hacia donde iría. La anciana me miro y dijo:
- saca lo que llevas ahí y ponlo en el fogón., confía en mí, nada malo pasara-
Dude un poco, sabía yo lo que llevaba. De mi bolsa saque el sapo, lo puse en las brasas e increíblemente no ardió. Bastarían unos cuantos minutos para que el sapo se fuera transformando en un enorme diamante color púrpura. 
Al final de la transformación la anciana había fallecido. El diamante brillaba en todo su esplendor. Parecía que el alma de la noble señora estaba dentro del diamante. Y así era, aunque no lo crean. La muchacha lloraba, pero su llanto duro un poco de tiempo. Secando sus lágrimas, descubrió su rostro y volteó a mirarme. Que les puedo decir, era bellísima, la claridad de sus ojos, su pelo, su figura. Se acercó a mí, tomo mis manos y dijo 
-gracias por ayudarme y estar conmigo en estos momentos-
Ahí supe que había llegado a tiempo, era medio día, el sol brillaba en todo su esplendor. Mi carrera había terminado, teniendo el diamante y la compañía de tan hermosa mujer decidí caminar con ella. 
Despedimos a su madre y emprendimos la marcha, ahora teníamos otra cita. Y el camino nos llevaría hacia otro lugar. Pero no íbamos solos, llevábamos el diamante, yo su compañía y ella la mía... 
A aunque no lo crean de nuevo, un enorme sapo se nos cruzó otra vez....

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